Hemos abierto la persiana de 2013 con dos noticias de impacto para la economía del golf. Una es el descenso de licencias federativas en un número mayor a 11.000. Se esperaba el hecho, no el dato exacto, pero no por ello es menos preocupante. Y la segunda novedad es el incremento del coste de las licencias en proporción al IPC (3,5 por ciento).
Ambas cuestiones no debieran pasar inadvertidas en el escenario de los medios de información especializados en golf. Ocurre sin estridencias en otros ámbitos (cultura, economía o turismo). Incluso, nos puede llevar a alguna conclusión, que en mi caso está relacionada con los precios de muchos de los campos de golf de nuestra geografía.
Me centro. Lo primero que hay que aclarar es que no hay relación causa efecto entre la subida de las licencias y el abandono de la práctica del golf, aunque ayudar, la verdad, es que no ayuda cuando se intuye que habrá en 2013 más bajas.
La subida es consecuencia directa de los recortes que la Federación Española va a sufrir para este 2013 por parte del Consejo Superior de Deportes, y estoy hablando de muchos miles de euros.
No es fácil explicar a un pensionista (1% de subida para 2013) o a un funcionario (sueldos rebajados o congelados) que su ficha federativa sube igual que la media de los precios. El hecho duele, hay que reconocerlo. A más golfistas en una familia, la espinita se clava más. Por esa vía han podido transitar muchas de las renuncias.
Pero hay que entender, paralelamente, que la RFEG puede ver menguada en torno a un 30 o 40 por ciento la partida que el Estado destina al golf, cuyo distribuidor es el CSD. Este organismo anunció medidas muy drásticas en cuanto a los recortes para todas las federaciones deportivas. La del golf, también. Y menos mal que el golf es olímpico porque, de no haber sido así, me temo que el incremento del coste de la licencia hubiera sido mayor.
En cuanto a los 11.604 exjugadores de golf está claro que son un producto irreversible de la crisis que padecemos. Para la RFEG supondrá, por un lado, menos ingresos por licencias, pero más allá de este detalle el dato nos revela que o cambia la política de precios en los clubes y campos de golf o mucho me temo que veremos más de un cierre y más bajas en el número de licencias.
Conozco algunos clubes que han instalado su ‘caché’ en un determinado nivel y son incapaces de apearse de ese burro, por mucho que más allá de sus lindes la crisis azote a todo hijo de vecino. Lean si no este comentario de uno de los críticos y avezados lectores de Opengolf.
“Este verano recorrí todo el País Vasco y no pude jugar al golf por menos de 100 euros. Solución: me pasé a Francia y los precios oscilaban entre 20 y 30 euros, y los campos maravillosos”, dice José Antonio Parrado.
Y aquí les acompaño otro comentario de Xavier Sola: “Que sigan subiendo precios y no se den cuenta de la realidad. Seguiremos siendo menos. Los clubes parece que no se den cuenta. La licencia en Catalunya cuesta más de 92 €. Basta ya”.
¿Para cuándo las verdaderas ofertas para jugar al golf? Es el momento de usar la imaginación y atraer al golfista que quiere seguir jugando pero no puede por los precios hoy abusivos. Un campo de golf cuesta lo mismo vacío que repleto, solo que con jugadores, además, se venden bolas, guantes, cervezas, menús y bebidas. Bajen los precios y bájense también los clubes de ese burro del caché del golf, que España entera retrocede.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE