Para sus paisanos malagueños, para los ibéricos en general y, quizá, para algún hermano latinoamericano no será demasiado complicada la cuestión de entender el fenómeno del ‘Pisha’. Pero, ¿para un inglés?
Miguel Ángel posee un palmarés como golfista inigualable a partir de los 40 años. En ese común ocaso del resto de los mortales, el malagueño ha ganado doce títulos de primer nivel. El último, el domingo en Hong Kong y con casi 49 años.
Nuestro inglés, quien me pregunta cómo es posible esta secuencia cuando el organismo humano empieza a esa edad un cierto declive físico, ya sabe, porque lo ha leído, que la primera declaración de nuestro héroe es que «será por el rioja o el aceite de oliva que me llevan a lo alto».
Ante esa respuesta, Míster Smyth se me encoge de hombros, porque es moderado y flemático. Y un servidor, que es discreto, se calla el tema de los puros. Pero nuestro inglés, ya pesado, me lo advierte porque también ha visto la foto de Miguel Ángel levantando el trofeo de campeón con un habano medio consumido y humeante en la mano izquierda.
¿Y cómo le explico yo a este tío, perdón, Míster, en dónde reside el secreto de esta especie de eterna juventud del malagueño, el último de la saga de los golfistas que antes fueron «caddies’? Bien. Pues en una rápida cavilación utilicé el término ‘ajuí’, muy andaluz pero que resume en sus cuatro letras la clave.
¡Ajuí! O lo que es lo mismo, el arte muy andaluz de reducir cuánto antes y a la mínima expresión nuestros problemas que tanto nos colapsan el cerebro, la voluntad y el ánimo. ¿Y cómo se acompaña? Pues como dice tantas veces nuestro campeón: Rioja, puros, pescaíto, humor, aceite del bueno…, en fin. Aferrándose a nuestras pequeñas cosas que tanto placer nos aportan y tanto nos ayudan a olvidar. Y el golf es puro olvido: dejar de lado las frustraciones es recuperar el buen ánimo, la ilusión por jugar y el ‘swing’. Una catarsis en toda regla.
Así lo ha dicho «El Pisha», que mientras mantenga la ilusión y sea competitivo seguirá en la brecha. Y además, oiga usted querido Míster Smyth, en Andalucía se curra y mucho, y Miguel Ángel es currante y de los buenos, por eso luego del tajo puede decir eso de ¡ajuí!, que le hará disfrutar de una buena jornada o, simplemente, olvidarla. Porque, señor Smyth, siempre vendrán tiempos mejores. Y si no, pues un vasito de Rioja, por favor.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE