Dicen los abogados que siempre es mejor un acuerdo, aunque sea regular, que un buen pleito. También, en las culturas más antiguas los miembros de más edad solucionaban las disputas de los suyos sentados alrededor de una hoguera, estrechándose la mano y, en casos muy frecuentes, fumándose hasta una pipa.
Nos llega la noticia agradable del final de un desacuerdo entre los herederos del gran Seve Ballesteros, al que todos admiramos, respetamos y echamos de menos. Este pacto de paz es para el golf español como un suspiro profundo tras un largo periodo con el aire contenido en los pulmones.
Me parece que la solución ha sido un acierto, y felicito a los impulsores y a quienes han dado su brazo a torcer, minimizado las ofensas y buscado ser prácticos por encima de cualquier otra cuestión. En esto, a los tres hijos de Seve habría que ponerles un 10, y también un sobresaliente a su entorno.
El paso del tiempo definirá con más claridad lo acertado de la medida. Como la niebla que se va disipando progresivamente para contemplar todo el valle en su esplendor. Porque la memoria de Seve, su legado y su figura reposan ahora sobre las mejores manos.
Me emociona la nueva etapa que se abre para la Fundación Seve Ballesteros. Ahora sí que la unión hará la fuerza, porque la tarea verdaderamente importante será la de amplificar lo más posible el empeño filantrópico de Seve por ayudar a los que, como a él le ocurrió, temen por su vida a causa de los malditos tumores cerebrales. Gloria y descanso al genio de Pedreña.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE