El puzzle de Tiger Woods, desencajado y revuelto tras sus problemas matrimoniales, va enlazando otra vez sus piezas. Incluso, tras el rumor ya oficial de su noviazgo con Lindsey Vonn se podría aventurar que el rompecabezas está casi terminado. Falta simplemente que el californiano recupere el dorsal nº1 del mundo. Para eso, solo le queda subir un peldaño.
Tiger da la impresión de que es ya un hombre nuevo. También, y esto sí es objetivo, ha recuperado su mejor golf. Desde que su vida personal y profesional por el escándalo de las infidelidades y adicción al sexo cayese en un abismo insondable, no teníamos encima de la mesa tantos y tan buenos datos sobre su recomposición como persona y jugador.
Deploro las infidelidades, pero suelen ser consecuencia de alguna carencia por parte de algún miembro de la pareja relacionada con asuntos de alcoba, o de los dos a la vez. Una vez consumada la mentira, el infiel se encuentra atrapado en una red de la que es muy complicado escapar. La hipocresía de la sociedad norteamericana completó el cuadro aterrador para Tiger, quemado vivo en una hoguera de la que salió corriendo hasta el más pintado, menos Nike y algún otro patrocinador, todo hay que decirlo.
Lo mejor para Tiger es que ha encontrado a otra persona con la que compartir su soledad, la causante, en un buen porcentaje, de su anterior problema. El campeón colosal, como era Woods, suele ser un hombre solo aunque parezca lo contrario, pues tanta adulación, respeto y admiración genera un caparazón repleto por fuera y vacío por dentro.
Es curioso el parecido, pero Lindsey Vonn es tan rubia, guapa y con unos ojos tan azules como Elin Nordregen, la ex mujer del golfista que rompió su matrimonio con un hierro 7 en las manos. No me extraña. Menos mal que a la sueca no le dio por agarrar el ‘driver’. Razones no le faltaban.
La presencia de la esquiadora en la vida de Tiger nos acerca a la figura colosal que este golfista conformó desde 1997 hasta 2009. La última de esas piezas del puzzle de Tiger viene con el nombre en el reverso de Lindsey Vonn, deportista, campeona del mundo y olímpica, rubia, ojos azules y bellísima. Quizá de las más bellas de cuantas componen la gran potencia deportiva estadounidense.
Aquel hierro 7 blandido por Elin contra el cristal trasero del todoterreno, con Tiger huyendo a toda prisa de su propio hogar, puso fin a una etapa gloriosa para el jugador californiano. Pero el tiempo cura heridas, recoloca la vida y normalmente se cierran puertas pero, por otras, entra aire fresco. Solo falta ver a Tiger con el dorsal número 1 a la espalda. Apuesto que lo veremos en menos de un mes.
Autor: Toni Tomas Redactor Agencia EFE