Es al mismo tiempo una inyección de moral y una tradición muy arraigada. Generalmente implica una ofrenda al mar y alguna cochinada con pescado podrido.
Ésta es la explicación oficial, que en la práctica se traduce en amenazas de cortes de pelo al cero, pegamento en diferentes partes del cuerpo, o un cubo lleno de sobras macerando con el mencionado pescado en estado de putrefacción.
«Mezclaron una especie de tabasco, salsa de chili, y nos lo hicieron comer», advierte Sophie Ciszek a sus siete compañeras de Team SCA que cruzan el Ecuador por primera vez. «Fue asqueroso».
Seguramente lo será también en esta ocasión. Entrar en el territorio del dios Neptuno no es fácil, ni apto para cualquiera. Para los que ya lo conocen, preparar el ritual requiere tiempo, y una cuidadosa preparación.
«He guardado las sobras de la cena de los dos últimos días poniéndolas en un cubo», explica Brian Carlin, reportero a bordo de Team Vestas Wind, e improvisado maestro de ceremonias. «También me encontré un pez volador muerto en la cubierta así que lo añadí a la mezcla».
«Fue entonces cuando tuve la brillante idea de añadir leche en polvo al potingue – y claro, la leche se corta con el calor, y tanto que se corta…Desafortunadamente, el olor que generó se extendió por todo el barco, hasta la zona donde dormimos».