Hace apenas 24 horas que Roberto ‘Chuny’ Bermúdez (La Coruña, 1 de marzo de 1970) ha acabado la última etapa de la Volvo Ocean Race, la vuelta al mundo a vela por equipos, y su sexta particular. Aunque todavía queda por disputar la regata in-port del próximo sábado que clausurará definitivamente la competición, su escuadra, el Abu Dhabi Ocean Racing, ha sido coronado ya campeón de esta edición 2014-15. Con ello, el gallego se ha convertido en el segundo español en la historia de la regata -41 años- en conseguirlo, después de Joan Vila, que lo logró en 2001 a bordo del Illbruck alemán. Nada en su actitud en esta mañana nublada de Gotemburgo (Suecia) lo desvela: con su calma habitual, Chuny pone en orden sus enseres personales en la base del equipo, una carpa junto a un par de contenedores que han sido la casa del personal de tierra y los tripulantes en cada uno de los puertos de escala, nueve en total, durante los 71.744 kilómetros de travesía oceánica. Sí lo delatan, en cambio, sus manos. Las pone sobre la mesa cuando comienza la entrevista: son callosas, endurecidas, con dedos gruesos que el mar ha torcido. Necesita una buena manicura.
La anterior edición de la Volvo Ocean Race la realizaste prácticamente entera con dos dedos rotos. Ahora pintan algo mejor…
“Sí, bueno, eso es normal, siempre te luxas, pero sólo es eso, golpes. Uno en la rodilla porque me caí el otro día, contusiones, un esguince en este dedo (señala el pulgar de la mano derecha), pero son tonterías, lo usas menos y ya está”.
Tras seis ediciones de la Volvo Ocean Race, y 22 años después de tu primera participación, ¿cómo te sienta haberla ganado finalmente?
“Después de tanto tiempo ya tocaba, tenemos que hacer la in-shore todavía el sábado, pero está ya todo hecho. Contento de haber igualado a Joan Vila, una leyenda de la vela oceánica en España, aunque sea sólo este poquito. Es un triunfo de toda la vela gallega, española, hay mucha gente española que hace cosas bien en este mundo, y esperemos que esta victoria valga para que se abra un poco más, que no se personalice y que haya más equipos”.
¿Cuándo se fraguó vuestra victoria?
“Viene desde Nueva Zelanda, estábamos empatados a puntos con Dongfeng, y en esa etapa a nosotros nos fue muy bien y a ellos muy mal, rompieron el mástil antes de Cabo de Hornos. Ahí ya vas viendo que las cosas se están poniendo a tu favor, aunque es una regata en la que nunca puedes bajar la guardia. Ya pasó en la anterior edición, es un caso muy claro, crees que ya la tienes y en el mar en cualquier momento lo pierdes todo y más. Pierdes todo lo que has ganado y además puedes meterte en un buen lío”.
Habéis sido uno de los equipos con menos cambios. ¿Es eso importante?
“Sí, hemos tenido pocos cambios, y muy buenos refuerzos. Mira que he navegado con gente, pues uno de los tripulantes quien más me ha gustado hacerlo ha sido Louis Sinclair. Vino a la etapa dura, a Lorient, donde ya llegamos automáticamente campeones, un tío joven que está ahora en Oracle, un chaval con muchísimas millas encima, de Antigua. Es íntimo amigo de Willy Altadill, que es otro chaval con 23 años; ellos son los que nos van a jubilar, ya nos están jubilando de hecho. Tienen una cantidad de millas increíble, es gente tranquila, un gustazo navegar con él. Una suerte tenerlo de reemplazo”.
Dongfeng ha sido el equipo sorpresa de esta vuelta al mundo. ¿Os lo esperabais?
“Es una gente que ha navegado muy bien, a mí me han sorprendido mucho, pero son franceses, allí hay mucho nivel en vela oceánica. Nos lo han puesto muy difícil. Pero bueno, todos tenemos el mismo material, ellos rompen el mástil, nosotros no lo rompemos. Hay que cuidarlo todo mucho, es un diseño único y son cosas que no puedes tocar. Nosotros es lo que hemos intentado desde el principio, y el mástil fue la pieza clave”.
Habéis pasado casi 150 días en el mar, atravesando los océanos más peligrosos del mundo, e incluso navegando la cola del ciclón Pam. ¿Ha sido duro?
“Ha sido duro porque en esta competición vas con el acelerador a tope, y más esta vez con barcos iguales porque tienes a cualquier tío en el AIS (sistema de identificación automática) localizado a menos de cinco millas, a la vista, y sabes lo que está haciendo, la velocidad que lleva, el rumbo…Ha sido muy tenso comparado con otras ediciones. Vas con el acelerador a tope, pero también tienes que saber cuándo lo tienes que levantar, y hay momentos en los que no puedes forzar, en la etapa de Brasil Mapfre también tuvo problemas con el mástil, son cosas que tienes que cuidar mucho porque no tienes margen”.
¿Qué te lleva a seguir queriendo dar vuelta tras vuelta al mundo, lejos de tu familia y de tu casa, tantos años después de la primera vez?
“La Volvo Ocean Race es muy bonita porque cambia mucho, pasas de estar parado con cero nudos, 45 grados, y humedad del 90%, a estar al Sur con una temperatura dentro del barco equivalente a la nevera de tu casa, y vientos de 40 nudos. Tienes que estar preparado. Y cada día te mides contra los mejores equipos y tripulantes de offshore (oceánicos) del mundo”.
¿Cuáles quedarán como tus mejores recuerdos de tu sexta vuelta al mundo?
“El mejor momento fue la llegada a Brasil, es la etapa más dura, aunque lo ha sido menos que en anteriores ediciones, estos barcos son más tranquilos. Y cuando viramos las Sisargas; vinimos costeando la costa gallega, enfrente de Malpica, y pasamos Prior a 200 metros de distancia. Tenemos una costa muy bonita, pero nos la tienen que dejar usar mejor. En el barco venían todos alucinados, ¡qué costa más bonita!, decían, ¡pero qué viento hace! (risas) Siempre lo he dicho, si te toca Cabo de Hornos mal, sufres, pero si te toca Finisterre mal, puede ser aún peor”.
¿Y los más duros?
“Los momentos más duros son los de poco entendimiento, que siempre pasan, de fallos tontos, que no tienen que suceder, pero pasan rápido, lo importante es aprender de ellos y olvidarte”.
A estas alturas de la película, ya debes saber qué errores no cometer a nivel personal…
“No administrar bien tu batería, salir una guardia, dos, tres ‘espídico’, y a la cuarta estás muerto…Entonces tienes un tripulante menos, por querer ir más rápido de lo que puedes, en el mar…Tampoco puedes ir con miedo, ni tener una sensación de desconfianza, tienes que ir confiado pero saber también a lo que te enfrentas, en cualquier momento el mar te da una bofetada y te pone en tu sitio”.
Pero aún así, la experiencia debe marcar algún grado…
“La gente que ha navegado enseguida ve, bajando a la mesa (de navegación), qué cantidad de viento va a venir, lo que vas a tener que hacer, las condiciones que vas a tener. Comes cuando tienes que comer, o haces tus necesidades cuando las tienes que hacer, esas cosas te favorecen la vida, y es lo que intentas transmitir a los demás. Si ves que viene un parte de uno o dos días muy duros tienes que ir al baño antes por ejemplo, y al que no se ha preparado lo ves ahí compungido. Son cosas muy tontas que marcan mucho el estar cómodo y poder salir a darlo todo en cada guardia, y poder descansar mejor”.
¿No hay seis sin siete?
“Soy un apasionado del mar; siempre puedes tener otras opciones, pero yo con 44 años, ingeniero industrial, mejor usar la experiencia en el mundo de la vela y los conocimientos que tengo en algo relacionado con esto, si puedo seguir navegando, claro está. Hay mucho interés, me están llamando de proyectos de Volvo Ocean Race, oceánicos, y otras cosas…Está muy bien”.