Más de 600 niños tomaron parte en la iniciativa ‘Seve & Jon golf for kids’ embrujados por la magia de Seve Ballesteros y el duende de Jon Rahm. Al finalizar la entrega de premios, Javier Ballesteros, hijo del genio de Pedreña, realizó una rueda de prensa en la que se trataron distintos temas, con el recuerdo de Seve muy presente.
Tarjeta del Alps Tour: “Estoy muy contento por haberla conseguido. No tengo el don que tiene Jon o el que tenía mi padre, pero tengo muchas ganas y le pongo mucho trabajo, y aunque me va a costar, vamos a llegar lejos en el mundo del golf”.
Fundación Seve Ballesteros: “Vamos despacio porque queremos tener muy claro a dónde queremos llevar el legado de nuestro padre. Los fines fundacionales son dos: por una parte la investigación de los tumores cerebrales a través del laboratorio que lleva su nombre y el acuerdo que tenemos con el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas); en el Hospital Valdecilla (Santander) hemos construido una zona para que los niños que están ingresados puedan jugar al golf y se haga más amena y llevadera su estancia; también colaboramos con la Fundación Aladina y entregamos pequeñas becas a niños a través del Desafío que se organiza cada dos años. Hay más ideas que nos gustaría desarrollar pero, como he dicho, vamos a esperar hasta tener claro cómo continuar con el legado de mi padre”.
Circuito Nacional: “Que en España tengamos un circuito nacional es importante. Lo que ha hecho Jon lo vemos como si fuera normal pero no lo es, no hay muchos jugadores así. Hay gente que está en el circuito nacional y llega arriba. El ejemplo es Matt Wallace, del Alps Tour casi llega a jugar la Ryder Cup. Estuvo unos años jugando el Alps, ha ganado tres veces y es el 44º del mundo”.
Grandes de Seve: “Me quedo con el Open Británico del 84 que luego dio lugar al logo de nuestro padre con el puño levantado. Lo mucho que le quería y se lo demostraba el público británico, y encima ganar el Open y en St. Andrews, no se puede pedir más. Fue muy especial cuando le hice de caddie en 2006. El primer día jugamos con Ian Poulter y Shaun Micheel. La ovación que le dieron me puso la piel de gallina, fue increíble. Para mí siempre será muy especial. Él no lo iba a jugar y yo le pedí que jugase. Guardo un recuerdo increíble. Tenía 16 años”.