Todos tenemos grandes referentes en personas que consideramos exitosas: Rahm, Gasol, Alonso, Messi, Nadal…Y asociamos éxito a resultados relacionados con el hacer y en menor medida con el SER. ¿Pero qué es realmente el éxito?
La palabra éxito se define en la RAE como “el resultado feliz de un negocio o actuación”, pero también como “la buena aceptación que tiene alguien o algo o el fin o la terminación de un negocio o asunto”. Además, proviene del latín “exitus”, que significa salida, fin o término. En definitiva, es una creencia y, por tanto, cada persona va a considerar de manera única su percepción del éxito. Al igual que ocurre, por ejemplo, con la felicidad.
Tanto a nivel amateur como profesional, el éxito se mide tanto en función de los resultados como de otra variable que son las expectativas generadas que se pretende llegar a conseguir. Tener expectativas es necesario para mejorar y para mantener la ilusión por conseguirlas. Esto es lo que nos mantiene vivos y da sentido a todo lo que hacemos y somos.
El problema es cuando nuestras expectativas son muy elevadas y, a veces, inalcanzables. Si voy a un torneo sin haber jugado ni entrenado en el último mes, crearse una expectativa de ganar ese torneo puede ser algo fuera de lugar. Quizá parece un ejemplo descabellado, pero en realidad lo vemos cada fin de semana en cualquier torneo al que podamos asistir.
Y para esto utilizaremos la famosa regla de Pareto. El 80 por ciento de las personas que se apuntan a un torneo amateur juegan con la expectativa de ganarlo, pero realmente solo un 20 por ciento están preparadas realmente para conseguirlo.
Un éxito no tiene nada que ver con la suerte -para eso están los sorteos-. El éxito tiene que ver con la mentalidad y la actitud con la que vivimos cada actividad que realizamos. Y tiene que ver con el compromiso y el esfuerzo que estamos dispuestos a hacer para obtener esos resultados deseados.
El éxito tiene ese pero, que son las expectativas convertidas en exigencias, que habitualmente se convierten en una frustración llena de miedos, enfados y la culpa por no ser suficiente buenos para lograr aquello que deseábamos. Y aquí aparece la palabra “fracaso”, un vocablo utilizado en la sociedad para etiquetar a las personas válidas y a las mediocres.
No es más exitoso el Hcp. 0 que el Hcp. 36. De hecho, y hablando a nivel amateur, el Hcp 0 lo será si logra disfrutar del proceso a pesar de los miles de horas de preparación que tuvo que invertir para llegar a ese nivel. Lo mismo que un 36 puede disfrutar de su gran éxito por haber llegado a obtener la licencia y jugar su primer torneo. El éxito, no te olvides, es una creencia, es como ves la vida. No lo conviertas en una losa.
Y no solo hablamos en este artículo de las cosas que conseguimos desde el hacer o el tener, como puede ser ganar un torneo, ascender en el trabajo o tener una gran casa. Aquí también queremos dar espacio al SER, el éxito de configurarte como una persona querida, admirada por los que te rodean, por tu fantástica manera de ser y estar, éxito por generar espacios amables, porque haces brillar a la gente que está a tu lado, porque eres fuente de inspiración y de ejemplo allá donde vas.
El verdadero éxito es el que te hace sentir orgulloso de lo que eres y generas a tu alrededor. El mayor legado de nuestro paso por la vida es aportar nuestro mejor swing interior con el que inspirar a quien nos rodea, disfrutar de cada golpe y agradecer tener la suficiente salud para poder salir al campo un día y admirar un paseo por el paraíso que es la vida.
¡¡Éxito eres tú, solo has de brillar!!
David Espinosa es Coach Deportivo y facilitador de procesos en equipos. Además de un apasionado del golf e investigador de todo el backstage que implica este gran juego en la parte mental y emocional.