Corrían las dos y diez de la madrugada un 7 de mayo de 2011 en Pedreña cuando saltó una noticia que impactó al mundo entero: “Seve Ballesteros, el mejor golfista español de la historia, ha muerto”. El cántabro no pudo superar las lesiones producidas por el tumor cerebral que le habían diagnosticado casi dos años y medio antes y las sucesivas intervenciones quirúrgicas que intentaron devolver al Genio de Pedreña a la senda del triunfo, esa que nunca abandonó durante sus más de tres décadas de trayectoria profesional.
Las muestras de apoyo de la prensa nacional e internacional fueron muchas y muy grandes. Todos los medios, sin importar su idioma o ideología, decidieron rendir un sentido tributo al “tigre europeo”, como lo llegó a definir el periodista francés Yannick Cochennec. Desde “La estrella más brillante se apaga”, titular de Carlos Arribas en El País, pasando por el sentido “Muere el glorioso Ballesteros” en The Times o el “Se apagó Seve, se apagó el arte” de Le Figaro, multitud de profesionales se apresuraron a recordar al genial golfista español en una jornada muy triste que provocó que Cantabria declarara tres días de luto oficial por su desaparición.
Sus compañeros de profesión tampoco quisieron dejarle solo en su despedida. José María Olazábal, el entonces presidente ejecutivo del circuito europeo George O’Grady, Nick Faldo, Roger Chapman, Colin Montgomerie o Sam Torrance fueron algunos de los golfistas que estuvieron presentes en el último adiós a Seve, un acto sencillo para una persona humilde, que no rehuía de sus orígenes.
La dimensión deportiva de Seve fue tal que en octubre de 2008 The Times le incluyó en el primer puesto de una lista titulada “atletas que cambiaron nuestra manera de vivir el deporte”. E incluso Lauren St John, su biógrafo, dijo de él que “convirtió el golf en puro teatro, en puro arte”.
9 años han pasado y todavía nos sigue impactando la noticia. Hoy, nueve años después desde que nos dejara, su espíritu sigue llenando de garra y sentimiento a todo un deporte que quería como si fuera suyo. No te olvidamos, Seve.