¿Recuerdas todos esos días que has ido a dar bolas o que has tenido una clase esclarecedora con el profesional de tu club? ¿Quizá ese día que has jugado realmente bien y piensas que ya has dado con la tecla para “domar” el golf? “Muevo mucho las caderas”, “estoy metiendo hombro”, “me estaba quedando atrás”. Son muchas y diversas las frases empleadas hasta que damos en el clavo.
A todos nos ha pasado creer que hemos encontrado la técnica y la mecánica perfecta para hacer fácil toda la complejidad del swing en el golf. Pobrecitos de nosotros. Y es que el golf se parece tanto a la vida que es fácil extrapolar todo lo que nos ocurre en el campo a una metáfora vital llena de aprendizajes.
En la vida (como en el golf), hay momentos en que parece que todo nos va bien e incluso pensamos que hemos descubierto el gran camino de la felicidad. Es entonces cuando de repente ocurren circunstancias que nos llevan a una casilla de salida de un nuevo juego lleno de nuevos aprendizajes, experiencias y retos que nos dejan descolocados.
Se dice o se comenta que el ser humano es un ser racional, por lo que tendemos a dar sentido a todo, tratar de controlar, entender e incluso manipular la realidad para que nuestros pensamientos “lógicos” hagan que todo cuadre de manera perfecta. Y aquí está el problema: pensamos mucho y sentimos poco.
La raza humana es un Ser Emocional que razona. Ante todo y sobre todo, nuestras emociones son las encargadas de la adaptación al medio y de nuestro aprendizaje más profundo. El problema está cuando nuestros pensamientos interfieren o tratan de dar un mensaje contrario a lo que nuestras emociones nos están trasladando.
Nuestro cerebro Límbico es un grupo de estructuras ubicado en lo profundo del cerebro y que es la parte responsable de las respuestas emocionales y de comportamiento, es el encargado de enviar señales a nuestro cuerpo para adaptarse de manera inmediata y óptima a cualquier situación.
Sin embargo, la parte racional (Neocórtex), en ocasiones y gracias a su autonomía reflexiva, puede activar emociones que no tocan a través de pensamientos generados por nosotros mismos.
Y esto suele pasarnos en un campo de golf: pensamos mucho y sentimos poco. Nuestros pensamientos, expectativas y exigencias mantienen nuestra parte racional en constante ebullición.
Eric Prain, un famoso escritor de golf de mitad del siglo XX dijo: “Conozco el sentimiento de frustración y desesperación que asalta al jugador de golf, lo efímeros que son los momentos de éxito y la frecuencia con que el castillo a medio construir se derrumba en ruinas. En un mismo swing tratan de hacer seis o siete cosas distintas, pero todo lo que logran es exagerar ciertos matices del swing, lo cual quita el ritmo a la totalidad del movimiento”.
Desde luego, entender la técnica es muy importante, pues adaptarla a tu edad y estructura corporal es fundamental. Pero también es importante aprender a sentir el swing. Esto es lo que se llama encontrar el verdadero swing natural y es el comienzo del verdadero disfrute de este deporte.
Pero, ¿Cómo se hace? Aquí estaría genial que te pusiera eso de “10 TIPS para sentir más y ser el mejor golfista del mundo”. Pero de nuevo caeríamos en la fórmula generada por la cabeza racional.
NO, no hay fórmulas mágicas ni para la vida ni para el golf, pero sí existe una actitud que nos va a posicionar en diferentes lugares -ni mejores ni peores, solo diferentes-. Y la buena noticia es que eso sí se puede elegir.
Ante un golpeo puedo aprender a conectar con el golpe que me haga sentir cómodo, puedo aprender a reconocer mis apoyos en el suelo, percibir la tensión en partes de mi cuerpo, mi respiración o incluso centrar mi atención en las sensaciones que produce el aire en el rostro, el sonido de los pájaros cantando o el olor del césped recién cortado.
Te animo a que comiences a sentir y percibir, a tratar de atrapar cada momento que nos regala un paseo por un campo de golf, centrar el juego en el disfrute y que esto no dependa únicamente de un buen o mal golpe.
NO, no hay fórmulas mágicas, pero cuantas menos interferencias existan entre mis pensamientos y mis emociones, te aseguro que habrá mucha menos frustración y desesperación y por tanto más disfrute y consciencia de todas las cosas buenas que tenemos alrededor.
Ya sabes, hablamos de Golf y de Vida.
David Espinosa es Coach Deportivo y facilitador de procesos en equipos. Además de un apasionado del golf e investigador de todo el backstage que implica este gran juego en la parte mental y emocional.