Como recordarán, en el año 2013 el Tribunal Supremo sentenció al golf en el Canal de Isabel II. Estas instalaciones, situadas en el corazón de Madrid –en Chamberí, más concretamente- han servido desde hace casi una década para que miles y miles de profesionales, aficionados y cualquier persona que deseara vivir desde cerca este gran deporte pudiera practicarlo de la misma manera que quien se acerca a las pistas anexas de pádel, baloncesto o fútbol sala: llevando simplemente el material necesario y pagando una pequeña cantidad en concepto de reserva.
Desde ese momento todo se quedó en un segundo plano, pero de nuevo vuelve a estar en el ojo del huracán. Así pues el recinto, que incluye un campo de prácticas con 100 puestos además de 9 hoyos cortos de césped artificial sobre el tercer depósito de agua del Canal de Isabel II, se encuentra en grave riesgo de ser derribado por el empecinamiento de la Asociación de Vecinos “El organillo de Chamberí”, que desde un primer momento defendió -bajo el lema «Parque Sí, Golf No»-, que el golf no debería estar ahí al no tratarse de una actividad de interés general.
De esta manera, se hacía caso omiso a la gran cantidad de puestos de trabajo directos e indirectos que genera –se contabilizan alrededor de 80- y al enorme volumen de personas de toda clase social que se acerca para descubrir esta gran pasión –más de dos mil semanalmente-. Otra vez la estigmatización como arma arrojadiza. El deporte debe servir para derribar muros, no para armarlos. Es por esto que se ha abierto una petición desde el portal change.org para captar firmas y hacer visible esta problemática ante el organismo oportuno, que tiene que comprender que esto no va de colores políticos, sino de la integración de un deporte junto a los demás. Se puede acceder a firmar digitalmente este documento desde aquí.