Ya lo hemos comentado en alguna que otra ocasión: hay que valorar si realmente vale la pena jugársela –en el sentido más amplio del término- a dropar y seguir disputando el hoyo. Ya no solo porque hay veces en las que sale más a cuenta ser penalizado con un golpe y estar en una mejor posición de golpeo para intentar salvar el par, sino porque la salud puede resentirse si no se toman las medidas oportunas.
Y si no que se lo digan a nuestro siguiente protagonista, que intentó dar el golpe de su vida y acabó siendo el hazmerreír de sus compañeros de juego. Con la bola encallada en la orilla, este hombre intentó llevarla a bandera con la mala suerte de que, además del salpicón obvio por tocar la bola bastante más atrás de lo que debía, se llevó el chapuzón tras perder el equilibrio. ¡Todo un show!