“Ya tocaba y esperamos que sea el principio de muchos, como ha sido en el pasado. Y a ver que hacemos el fin de semana”, dijo aliviado García después de su segunda jornada en el recorrido centenario de Pebble Beach, donde se encuentra a seis golpes del líder, el estadounidense Gary Woodland.
Después de dos décadas de carrera profesional y más de 80 majors disputados, el golfista español Sergio García había caído presa de una especie de maleficio que lo había condenado a no clasificarse para el fin de semana en sus últimos siete grandes torneos. Un hechizo que estaba anulando el encantamiento de su primera victoria en un major, en el Masters de Augusta de 2017.
Tardó 74 participaciones en cumplir un sueño y hacerse con uno de los cuatro grandes trofeos del golf mundial, pero, en el caso de García, como en los cuentos con capas y prendas encantadas, la Chaqueta Verde de Augusta auguró al parecer tiempos difíciles.
En el siguiente Grande de ese año, el US Open en Erin Hills, Sergio terminó vigésimo primero de la clasificación, y acabó en el puesto 37 en The Open en Royal Birkdale. El embrujo terminó de surtir efecto un mes después, en el Campeonato de la PGA en Quail Hollow donde falló el primero de varios cortes sucesivos.
“La verdad es que he jugado muy mal. De momento no voy a tocar un palo, porque practicar parece que no funciona”, decía desanimado y en busca de soluciones en agosto de 2017, aunque sin sospechar que lo peor estaba por venir.
En 2018, tras el nacimiento de su hija Azalea, cuyo nombre corresponde a uno de los hoyos de Augusta National, García llegó al Masters ilusionado y dispuesto a defender su Chaqueta Verde. Sin embargo, después agasajar a los campeones con una de las mejores cenas que se han servido en Augusta, la maldición llegó en forma líquida.
Cinco bolas seguidas en el agua del hoyo 15, el mismo en el que había fraguado su triunfo del año anterior, ahogaron sus ilusiones y sus posibilidades de competir durante el fin de semana para conservar la Chaqueta.
“Desde luego, si fuera todas las semanas así, estaríamos haciendo otra cosa, estaríamos picando piedras. Es una pena y duele, sobre todo porque venía con muchas ganas y buenas sensaciones. Probablemente con demasiadas ganas y expectativas”, dijo al día siguiente intentando encontrar una razón.
Luego vendrían los cortes fallados en el US Open en Shinnecock Hills y The Open en Carnoustie, donde llegó a perder las ganas de buscar explicaciones. “He dado algunos golpes buenos, otros malos y al final a casa”, dijo antes de partir del Major donde ha superado más cortes, 17 de 22.
Su éxito en el Abierto Británico contrasta con su historial en el que hasta 2019 era el cuarto Major del año, el Campeonato de la PGA, en el que García ha fallado el corte en más de la mitad de las veces que ha participado, incluyendo las ediciones de 2018 en Bellerive y de 2019 en Bethpage, después de no superar de nuevo el corte en el Masters de 2019.
El septeto de grandes torneos consecutivos sin pasar el corte es una anomalía en la destacada carrera de García, que nunca había fallado más de tres cortes consecutivos en sus 20 años disputando Grandes entre los mejores golfistas del mundo.
En esas dos décadas en el PGA Tour, García ha recolectado cerca de 50 millones de dólares y 12 torneos ganados. De hecho, sus buenas actuaciones en los circuitos de Estados Unidos y Europa compensan sus recientes dificultades con los Majors y le han servido para mantenerse entre los 30 primeros del mundo.
En la carrera apasionada de García han contrastado otros momentos difíciles, como la etapa de 2009 a 2010 en la que llegó a salirse de los 50 primeros del ránking mundial y solo pudo participar en el US Open de 2011 superando las pruebas de clasificación, con momentos brillantes, como la temporada de 2002, en la que logró cuatro top 10 en los cuatro majors.
Casi dos décadas después, con 39 años, García dice tener “el incentivo de demostrar que no estoy acabado y me quedan cosas por hacer”.
De momento ya ha roto el maleficio de los majors en el US Open de esta semana en Pebble Beach, un escenario frente al mar en el que hace nueve años, el mediterráneo Sergio García enderezó el rumbo de su carrera para volver a ponerse entre los mejores del mundo.
Autor: Juan Luis Guillén