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El aussie vuelve a la senda del triunfo con una victoria de prestigio en Charlotte. Foto: @PGATour
Parecía que el australiano iba a ganar por incomparecencia de los rivales, como suele decirse. Pero el deporte nunca dejará de sorprendernos -y para más concreción el mundo del Golf, que ha vuelto a poner de manifiesto aquel refrán que dice que nunca hay que vender la piel del oso antes de cazarlo-. Y es que Jason Day (69 golpes, -12) partía con una cómoda ventaja en lo alto de la clasificación pero, de golpe y porrazo, se comenzó a liar y a punto estuvo de llevarse un disgusto serio en el final del Wells Fargo.
De hecho, no se lo llevó porque ninguno de los que le estuvo discutiendo el triunfo estuvo más vivo que el oceánico, que despertó a tiempo en la ronda final para evitar una tragedia de épicas proporciones. Todo comenzó a pedir de boca con un birdie en su segunda bandera del día, pero dos bogeys consecutivos en el 5 y el 6 -el primero tras ir de bunker a bunker y el segundo después de una salida dubitativa desde el tee- instalaron el runrún entre los aficionados.
El ex número 1 se percató de esto y los acalló rápidamente con tres birdies en el 7, el 8 y el 10 que le daban un respiro en la primera plaza… O eso creía. Porque dos nuevos errores de bulto en el 13 y el 14 -otro par 3 el primero y una salida al agua en el segundo- provocaron que su máximo perseguidor, Aaron Wise (68 golpes, -10), se colocara a su altura con todavía tres hoyos por disputar. Pero quien tuvo retuvo.
Un birdie en el 16 después de un gran purito y, sobre todo, una magistral salida desde el tee en el -por fin- par 3 del 17 -dejó la bola a menos de un metro del agujero- sentenciaron el envite sobre la hierba de un Quail Hollow que no verá el cambio del número 1 mundial al no aprovechar Justin Thomas (70 golpes, -2) la puerta abierta que le había brindado DJ. Thomas finalizó en el T21 y tendrá que esperar al Players para una nueva ocasión. Tiger Woods (74 golpes, +2) no tuvo su mejor día y se marchó de Charlotte con una ronda en la que tres bogeys sin aciertos le distanciaron -y mucho- de la cabeza.
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