Es por todos conocido que existen jugadores que, por unas cosas o por otras, nunca serán bien recibidos por los aficionados. Y el más claro ejemplo lo hemos tenido esta semana con Patrick Reed. El estadounidense, que ya arrastraba desde la universidad una fama de “bad boy” que no le ha ayudado en absoluto -a la vista está cómo se posicionó el público cuando se dio a conocer la mala sintonía que tenía con Jordan Spieth en un momento en el que éste era el niño mimado de América-, tuvo en su infracción en Bahamas otro foco que apagar en este competido mundo -y muchos fans se encargan de recordárselo semana tras semana-.
Pero lo cortés no quita lo valiente. Patrick Reed protagonizó en el pasado WGC-México una exhibición durante las cuatro rondas que le facilitó la tarea de llevar a sus vitrinas el segundo World Golf Championship. Tanto fue así que Bryson DeChambeau, su rival hasta la última bandera y que se quedó a tan sólo un impacto de darle caza, tuvo que salir al paso en plena rueda de prensa post torneo para defenderlo de las continuas acusaciones de tramposo -los últimos en añadirse a la larga lista de detractores fueron Brooks Koepka y Peter Kostis en la previa del torneo mexicano-.
“Es un grandísimo jugador. En los últimos años se han dicho muchas cosas sobre él… Incluso sobre mí. Tenemos una mala reputación de la que nos va a costar deshacernos. Hay cosas que ha hecho que no han sido correctas, pero hay que quedarse con que es un golfista fantástico que nos va a proporcionar muchas horas de diversión durante muchos años”, comentó el californiano, antes de detenerse en tratar de buscar las razones que le hicieron perder comba en el último día cuando ya podía saborear el triunfo.
“El driver ha vuelto, lo que es increíble. Sí que es cierto que fallé un par de hierros decisivos. Tengo que trabajar ahí. Desafortunadamente uno de esos fue en el 17. Mi bola se la llevó el viento y acabé teniendo un putt muy largo, que después se transformó en tres. Si no llego a tripatear hubiese ganado casi con toda seguridad. Aunque tampoco merece mucho la pena lamentarse ahora. Tengo que mirar hacia atrás sintiéndome orgulloso de cómo ha ido todo”, sentenció.
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