A pesar de que no había firmado ni un solo Top 10 en todo el 2018 -su último puesto en la zona noble fue un subcampeonato en el DP World Tour Championship de noviembre del año pasado- Shane Lowry encaraba los últimos 18 hoyos del domingo en el PGA Championship en la sexta plaza con las opciones intactas de, en caso de hacer una buena ronda, guardarse opciones de estar junto a los mejores al final del campeonato.
Sin embargo, todo se vino abajo en la parte final de la vuelta, concretamente a partir del hoyo 16. Antes de eso el jugador irlandés había conseguido añadir a su tarjeta cuatro birdies y dos bogeys más para quedarse con -10, bordeando el podio del torneo. Pero entonces llegó la polémica en el último par 3 del torneo. Su golpe desde la salida se marchó a la derecha del green, muy cerca de la torre de cámara. Tan cerca que al europeo no le quedó más remedio que llamar a un oficial de reglas para ver si le podían conceder el alivio, al considerar Lowry que esta torre interfería en su swing.
Pero, tras mucho estudiarlo y después de consultarlo con otro árbitro que se personó en el lugar, no le pudieron dar una respuesta clara. Una situación que incomodó sobremanera al británico, que veía cómo su compañero de partido, Justin Thomas, y los demás jugadores que llegaban por detrás, tenían que esperar a que finalizara una escena la mar de pintoresca, con los dos oficiales viendo la posición de la bola. “En ese momento me di cuenta de que serían incapaces de tomar una decisión”, confesó el jugador al Irish Times. “Uno no decía nada y el otro me miraba y afirmaba que hiciese lo que viese conveniente”, prosiguió.
“Al final no quise saber más del tema y les dije que jugaría desde ahí y punto. Si allí hubiese estado John Paramor o cualquiera de los grandes árbitros que tenemos en el European Tour estoy convencido de que me hubiesen dado el alivio completo. Había dos árbitros y ninguno tuvo cojones para decidir nada”, sentenció un cabreado Lowry.
Una opinión que, sin ser tan tajante, también confirmó a los medios Thomas: “Shane no tuvo nada de culpa en el retraso. A los árbitros les estaba costando un mundo llegar a una decisión. Se miraban el uno al otro y se preguntaban qué hacían. Lowry lo único que quería saber era si le daban el dropaje o no”, comentó. Una situación que le ocasionó un bogey a ambos y la despedida final del título.