Cuesta ver cómo un golfista que lo ha dado todo en el campo se va por la puerta de atrás, sin hacer ruido, como pidiendo perdón por su presencia cuando antes todo eran entrevistas de un medio, de otro, sesiones de fotos y vídeos promocionales. Lo efímero del éxito elevado a la enésima potencia, donde aquellos que no ganan quedan relegados, con un poco de suerte, a un segundo plato. Así es en estos momentos el mundo del deporte. Esta ha sido una de las razones por las que el australiano Jarrod Lyle ha dicho basta, y a sus 35 años y después de luchar lo indecible hasta en dos ocasiones por culpa de la leucemia, ha decidido dejar los palos a un lado y comenzar su nueva vida.
“Siempre pensé que está situación podría llegar en algún momento, aunque tenía la esperanza de que no lo hiciera nunca”, afirmó en un comunicado publicado en su página web con motivo de su ausencia a partir de la próxima temporada de cualquier circuito importante –ha vivido un curso para olvidar fallando ocho cortes de los diez torneos en los que se presentó en el PGA-, más allá de las invitaciones que vaya recibiendo en el Web.com.
Lyle se dio a conocer en el mundo del golf en el año 2012 cuando, tras unos grandes torneos en el PGA –un Top 10 incluido- recayó de la leucemia de la que ya había sido tratado cuando solo tenía 17 años. Un mazazo que no le quitó ni un ápice la ilusión de seguir compitiendo junto a los mejores, y este ánimo fue uno de los factores que le hizo volver a los campos antes de lo previsto, solo un año después. Con la excepción médica bajo el brazo, el aussie retornó al PGA e incluso tuvo fuerzas de ganarse la renovación de la tarjeta gracias a sus resultados, una proeza con la que atrajo portadas y portadas.
A partir de este momento no volvió a ser el mismo. 10 torneos en 2015 –solo pasó el corte en tres ocasiones- y otros tantos en 2016 –solo lo ha conseguido en dos-, unido a la pérdida de la exención médica, ha provocado que Lyle se caiga de cualquier circuito. Incluso ha rechazado una exención especial para participar en las Web.com Finals, porque él no quiere privilegio de ningún tipo. “Tuve la oportunidad de conseguir por mis medios la tarjeta y no lo logré. Si no la he mantenido es porque no he jugado lo suficientemente bien. Nunca he pedido un trato especial”, argumentó.
Sin golf en el horizonte, ve ahora todo de otro color. “Estoy tratando de ejercer de padre por unos días y olvidarme del campo por un minuto. Siempre he sido un jugador de golf, pero ahora el mejor título es estar en casa y ser un papá para mi hijo”, resaltó. Y no le falta ni una pizca de razón.