Sólo un par de errores en su jornada de movimiento lastraron a un Phil Mickelson que había cogido velocidad de crucero gracias a sus cinco birdies sin fallos en las diez primeras banderas. Una oda al Golf que alcanzó su punto culminante en el hoyo 3, cuando fue capaz de salir airoso de su encuentro con un bunker y, es más, dejarla dada para birdie. Un disparo que vino precedido de una espectacular bandera anterior, en la que incluso llegó a patear para eagle desde unos cuatro metros tras sobrevolar 267 yardas con un disparo sencillamente increíble.
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