En numerosos corrillos se suele comentar siempre aquello de que el segundo es el primero de los perdedores. Y lo cierto es que, aunque no le falte verdad en un deporte tan exigente como éste, suele depender de las sensaciones con las que uno se queda tras el evento. Dicho de otro modo: que hay maneras y maneras de firmar un subcampeonato en un torneo de Golf. Pero la conseguida el pasado domingo por Jon Rahm en el BMW PGA Championship es uno de los mejores sabores de boca con los que se puede ir a casa un deportista.
Porque más que perder Jon, el que ganó fue Willett. El León de Barrika salió a por todas desde el inicio y, aunque las cosas no salieron hasta bien entrada la ronda –recordemos que se llegó a colocar a un impacto del inglés tras la disputa del hoyo 11-, no cejó en su empeño por seguir trabajando. Y los dos impactos de margen con los que ambos llegaron al término de los últimos 18 hoyos del Quinto Grande Europeo hablan muy bien de una lucha sin cuartel que contó con el deportista británico como merecido campeón.
Es por esto que, aunque dolido después de no poder sumar su quinta victoria en el circuito, JR mostró su mejor cara ante las preguntas de los periodistas una vez entregó la cartulina. “No lo puedo negar: estoy dolido. Sin embargo, no hay nada que una buena cena y una botella de vino no puedan arreglar”, afirmó con una sonrisa en el rostro -es de destacar el gran trabajo que ha venido realizando en el aspecto mental en los últimos tiempos-. Pero hay algo más que puede explicar su felicidad a pesar de no haber podido dar caza a Willett.
“Mañana volaré a St. Andrews con mi padre. Voy a jugar en el Old Course con él por primera vez, por lo que hay muchos aspectos positivos a tener en cuenta. Habrá mal tiempo, pero supuestamente es como se suele jugar al Golf en Escocia, ¿no? Así que hay muchas razones por las que debería estar sonriendo”, sentenció.