Reed se las tuvo tiesas con un árbitro por no darle un alivio: “Tendría que llamarme Spieth”

El golfista estadounidense tuvo un feo gesto tanto con el juez como con su compañero, dejando caer el trato favorable que recibe el ex número 1 del mundo por parte de todo el colectivo arbitral 

El texano tuvo un gesto desafortunado con su compañero en la última jornada del Arnold Palmer. Foto: @GolfChannel

No será la primera vez ni la última, pero resulta curioso cómo un jugador profesional acuda al “me tienen manía” o al “¿por qué él sí que lo puede hacer y yo no?” tan clásico en los niños pequeños para protestar por una decisión. El protagonista que nos ocupa es el estadounidense Patrick Reed y la polémica se ha generado por una acción acaecida el pasado domingo durante la disputa de la última jornada del Arnold Palmer Invitational sobre la hierba de Bay Hill.

El norteamericano se encontraba en el hoyo 11 y apuraba sus opciones de alcanzar la cabeza del torneo cuando en su approach a bandera la elección del palo le llevó a enviar a la bola por la parte trasera de green, dejando la bola en una muy mala posición dentro de unos matorrales. El jugador se acercó, vio lo que había y enseguida requirió la presencia de un árbitro. Hasta aquí todo normal, podrían pensar. Craso error.

Al llegar el árbitro, Reed le comentó que le tendrían que conceder el alivio sin penalidad al encontrarse la bola encima de uno de los cables de la televisión -durante los torneos los cables eléctricos y telefónicos generalmente se consideran obstrucciones movibles temporales, por lo que los golfistas tienen derecho a un palo de longitud de alivio bajo la regla 24-2b-. Sin embargo, al juez no le convencieron mucho las palabras de Patrick, al que le dijo que no se lo iba a conceder al encontrarse la pelota en una posición en la que tendría que seguir haciendo hacer un stance anormal. Y entonces fue cuando se armó el quilombo, con los espectadores que se encontraban en las inmediaciones echando gasolina al fuego.

Cualquier persona podría conseguir ahí un dropaje cualquier día de la semana”, exclamó uno. Y Reed siguió el juego: “Para eso tendría que llamarme Jordan Spieth, chicos”. Y todo ello con el árbitro delante, que no se inmutó lo más mínimo. Es más, Reed siguió su particular cruzada: “Quiero una tercera opinión. Tengo derecho”. Finalmente, ni tercera opinión ni nada de nada. Al jugador no le quedó más remedio de salir del brete como pudo y acabó cometiendo un doblebogey que enterró cualquier oportunidad de triunfo.

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