El australiano John Senden protagonizó una de las imágenes no solo de la primera jornada del Australian PGA Championship, sino de todo el 2018. El jugador aussie, encuadrado en el partido estelar del turno de tarde junto a su compatriota Geoff Ogilvy y el estadounidense Harold Varner III, se encontraba en el tee del hoyo 9 cuando, al hacer el swing con el driver, no golpeó la bola y su palo se acabó estrellando contra el suelo, causándole daño en su mano derecha.
El motivo no fue otro que la rotura de la varilla a la altura del grip justo en mitad del swing, lo que provocó una confusión tremenda alrededor de este par 5. ¿Debía contar el golpe que había intentado pegar? ¿Podría repetirlo sin penalidad? La discusión, que se acabó trasladando a las redes sociales, tuvo en el propio hoyo 9 su epicentro tanto con los jugadores como con el árbitro encargado de hacer el rulling.
Y es que mientras que Ogilvy abogaba porque el golpe no contara al no haber podido impactar a la bola por causas externas -nadie duda de que la bola hubiese salido despedida de no haberse roto la varilla-, el árbitro dictaminó que este “intento” de golpe tenía validez, por lo que tendría que dar el segundo golpe desde el mismo lugar pero sin tee de por medio -las reglas en esta sentido son claras: el golpe será válido desde el momento en que el jugador tiene intención de golpear a la bola-.
Así pues, Senden salió con hierro en su segundo golpe y se quedó sin poder utilizar el driver en las nueve banderas restantes. Un hándicap que tuvo como resultado que el australiano acabara firmando el par tras la primera ronda -marchaba con -2 antes de que tuviera lugar la polémica acción-.