Nadie dijo que esto fuera fácil, Jordan. El chico maravilla del golf estadounidense parece que tiene la pólvora mojada. Lejos quedaron aquellos días de vino y rosas en los que conquistó los dos primeros Majors de la temporada y obtuvo portadas y portadas en multitud de medios al uno y al otro lado del charco. El texano era el yerno de América, un tipo ejemplar en los campos que destacaba por la experiencia con la que afrontaba cada golpe a pesar de su juventud –hace escasamente un mes cumplió 23 años- y por su sonrisa. Augusta, Chambers Bay, FedEx Cup, eran otros tiempos… O no.
Dicen que el éxito del deportista es efímero. Y cuánta razón tienen. Leyendo a algunos aficionados da la sensación de que Spieth lleve sin ganar un torneo cinco años, pero lo cierto es que en este 2016 ya se ha llevado algún que otro trofeo a casa, y por partida doble –Hyundai Tournament of Champions y Dean & DeLuca Invitational dan fe de ello-. Y lo mejor de todo es que ahora llega su momento: le toca defender la FedEx Cup, y lo hará con uñas y dientes.
Él, lejos de sentirse presionado, está feliz. Lo pudimos comprobar hace unas horas, cuando asistió a The Tonight Show, el late night presentado por Jimmy Fallon en la NBC. Allí dio muestras de su sentido del humor cuando confesó que detrás de muchos de sus éxitos se encontraba algo con lo que se fue a dormir muchas noches… ¡su putter! “Es un palo que he estado usando durante siete u ocho años. Solía ser negro, pero ahora está tomado por el óxido. Además, hay desconchados”, aseguró el jugador. “Pero todavía lo uso. De hecho, ha habido unas cuantas noches que me ha hecho tan feliz que he acabado acostándome con él”, continuó, ante la risa del público.
Pero no fue la única anécdota graciosa con la que se animó Spieth. También comentó su gran admiración por Bill Murray, con quien le gusta coincidir en los Pro-Am. “Es una de las personas más divertidas con las que he jugado al golf. Anima a las multitudes. Es peculiar. Es capaz de hacer reír a la gente en cada instante de una ronda de cinco horas y media. Todavía me acuerdo cuando un espectador le regaló un cigarrillo mientras jugábamos y éste, al no saber qué hacer con él, se lo dio al hijo de mi agente, que tiene nueve años. El niño se quedó con cara de decir, ¿qué se supone que tengo que hacer con esto? Él, simplemente le miró y le soltó un ¿qué, tratando de dejar de fumar?”.
Es cierto que la procesión va por dentro pero, a primera vista, Spieth no está nada preocupado por su defensa del último gran torneo individual del año en suelo estadounidense. ¿Lo conseguirá?