Una fan, expulsada de Scottsdale tras gritarle a Spieth “patata” mientras estaba en el downswing

El jugador texano perdió su primer corte en los últimos ocho meses después de dos decepcionantes rondas en las que el público tampoco le ayudó excesivamente

Jordan Spieth no vivió una de sus mejores semanas en el pasado Phoenix Open. Foto: @PGATour

Una cosa es que veamos como normal el griterío y el jolgorio que envuelve anualmente el Phoenix Open que se disputa sobre la hierba del TPC Scottsdale y otra muy distinta que pasemos por aceptable hechos a todas luces denunciables como los que sufrieron tanto Rickie Fowler como Jordan Spieth durante los dos primeros días de competición. ¿Recuerdan al fan que expulsaron en Torrey Pines por gritar a Tiger cuando este todavía no había contactado con la bola en un putt? Pues esto mismo fue lo que le sucedió al actual número 3 del mundo… ¡hasta en dos ocasiones!

Podría haber pasado por una anécdota más del torneo, pero lo cierto es que este hecho tuvo una consecuencia directa para las evoluciones de Spieth en la contienda: perdió su primer corte en ocho meses después de sufrir el exceso de motivación de algunos fans, que no supieron medir el momento de transmitirle al deportista sus ánimos -y no solo en el 16, el denominado coliseo del Golf-.

Sin ir más lejos, en el hoyo 18 del jueves el joven jugador texano empezó a “sufrir” el cariño de sus seguidores cuando, en pleno downswing escuchó un sonoro “patata” preveniente de una persona del público, que fue amablemente invitada a abandonar las instalaciones pese a que el estadounidense encontró la calle. Pero lo mejor ocurrió el viernes, en plena lucha por la supervivencia en el torneo.

Spieth tenía delante de él un largo putt para hacer el corte. Un todo o nada en el que se respiraba la tensión. Y entonces, poco antes de golpear la bola, un fan gritó las enormes esperanzas depositadas en su persona con un “me he jugado 100 dólares en ti, Jordan”. No hace falta decir que el norteamericano marró el putt y con él la oportunidad de acceder al fin de semana, algo que enfadó a algunos de sus compañeros.

“Hay gente que viene a gritar mientras intentamos hacer nuestro trabajo. Creo que no hay lugar para esto”, comentó Thomas. Y lo cierto es que no le falta un ápice de razón.