Nadie tenía mucha fe en el golfista de Oklahoma una vez que el torneo echó a andar el jueves. Y lo cierto es que no era para menos. El estadounidense llevaba desde el mes de marzo (WGC-Cadillac Championship) sin arañar un solo Top 10 y llegaba a Baltusrol con una racha de haber perdido el corte en cuatro de los últimos ocho campeonatos. Pero esta es la magia del golf. Cómo un jugador puede pasar del anonimato al estrellato en apenas 72 hoyos dejando en la cuneta a pesos pesados de este deporte como el número 1 Jason Day.
Walker ha entrado en el selecto grupo de esos jugadores que rondan la cuarentena y se hacen con su primer Major. Y es que, como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena.






