Aprender inglés en 4 meses, tocar la guitarra como Paco de Lucía en 6 meses, adelgazar 22 kilos en 4 semanas y ponerme cachas en otras 4 para lucir cuerpazo en vacaciones.
Vivimos en la época de la inmediatez, de lo vertiginoso: comida rápida, cursos express, conversaciones atropelladas, respiramos y vivimos exigiendo que todo lo que deseamos se cumpla ¡YA!
La frustración en la vida y en el deporte tiene muchos condimentos e ingredientes, pero hay tres que son fundamentales para evitarla y gestionarla. En primer lugar, la paciencia; en segundo, el esfuerzo; y en tercero, la constancia.
Muchos golfistas amateurs pretendemos adquirir el control de todos los golpes y facetas de este deporte sin ninguno de los tres anteriores ingredientes. Ni mantenemos la calma dándonos el permiso de fallar y aprender ni entrenamos de manera regular mentalmente ni desde luego no somos constantes en este entrenamiento.
Y hoy traigo una reflexión personal sobre el trabajo con deportistas en el ámbito del trabajo mental y emocional.
Lo primero que hago en la primera entrevista, sobre todo con deportistas jóvenes que desean llegar a ser profesionales, es explicarles que el entrenamiento mental es un trabajo duro y de largo proceso. No, no tengo la varita mágica para “alinear los chacras a las personas” y hace tiempo que perdí la receta de la pócima mágica para lograr tener una mentalidad de espartano.
Pongamos el ejemplo de un joven que juega desde los 6 años, que ahora tiene 18 y que se lleva frustrando desde hace 9 años. Pongamos que en los torneos se bloquea ocho de cada diez veces, se enfada, tira los palos o directamente tira el torneo. Este joven ha estado entrenando durante nueve años una actitud, una mentalidad que ha generado una conducta naturalizada y convertida en hábito negativo.
Este hábito, aunque sea destructivo, llega a ser una defensa mental de huida y habitualmente tiene que ver con el miedo a una presión y a unas expectativas que generan un peso muy complicado de gestionar por un joven. Por esto, en muchas ocasiones abandonan los deportes de competición y su carrera deportiva.
En esos instantes, los padres acuden a psicólogos, coaches deportivos que acompañen y ayuden a sus hijos a gestionar y fortalecer la parte mental. Y no, nueve años de hábitos y conductas repetidas no se pueden revertir ni en seis meses ni en un año. Se trata de un trabajo constante, es entrenar la respiración, es reconfigurar la manera de pensar, es aprender a gestionar los miedos y los enfados, es volver a programar todos los hábitos conductuales y actitudinales.
Y esto, amigos, se hace con paciencia, esfuerzo y constancia en cada entrenamiento, en cada partido y, si me apuras, en cada minuto del día.
Pero es muy fácil decir que ir al psicólogo o al coach deportivo no sirve de nada. Realmente sirve de mucho, siempre y cuando se entrene para generar un nuevo juego interior. Ningún golfista, ningún deportista que yo conozca, ha llegado a ser profesional sin dedicar a su deporte miles y miles de horas.
La pregunta es: ¿por qué pensar que voy a ser el más fuerte mentalmente sin esfuerzo, sin compromiso y sin intención de cambiar mi actitud? De hecho, es mucho más fácil cambiar nuestro swing de hace muchos años (y esto requiere mucho tiempo) que tratar de cambiar nuestro carácter, mentalidad y nuestra gestión emocional.
Si quieres algo no existen varitas mágicas, existen profesionales de la psicología, profesores de golf, preparadores físicos que te entrenarán en cada faceta del juego, pero solo te pido que recuerdes algo: el trabajo, el crecimiento y la evolución de tus capacidades dependen únicamente de ti.
Y te planteo un ejercicio muy fácil:
1.- Pregúntate hasta dónde quieres llegar en una faceta de tu vida personal, profesional o deportiva.
2.- Y ahora, siendo realista y objetivo, haz una lista del tiempo, dedicación y todo lo que implica de esfuerzo por tu parte para conseguirlo. No escatimes en ningún punto, por ejemplo, en el tiempo que vas a tener que dejar de pasar con la familia o amigos, viajes, dinero…
3.- Una vez que tienes toda esta lista, solo hazte otra pregunta: ¿estás dispuesto a invertir todo este esfuerzo para conseguir este objetivo? Si la respuesta es sí, solo te queda hacer este mismo ejercicio cada cierto tiempo y ver si sigues alineado y enfocado en tus metas.
El desarrollo personal, cualquiera que sea su finalidad, no se compra ni es inmediato.
PACIENCIA, CONSTANCIA Y ESFUERZO. Y si quieres una más… HUMILDAD.
David Espinosa es Coach Deportivo y facilitador de procesos en equipos. Además de un apasionado del golf e investigador de todo el backstage que implica este gran juego en la parte mental y emocional.