Un acuerdo sin precedentes para un golfista que aún no había pegado un solo golpe como profesional
Hughes Norton, el primer agente de Tiger Woods, ha desvelado cómo reaccionó el joven prodigio al firmar su histórico contrato de 40 millones de dólares con Nike en 1996. Lejos de la euforia, el joven de 20 años simplemente comentó: “No está mal, ¿eh?”, antes de volver a mirar la televisión.
Transcurría 1996, y Tiger estaba a punto de dar el salto al profesionalismo. En una suite de hotel, junto a su agente Hughes Norton, tenía sobre la mesa un contrato por 40 millones de dólares con Nike. Un acuerdo sin precedentes para un golfista que aún no había pegado un solo golpe como profesional.
El agente también reveló que Tiger veía muchos de los compromisos comerciales como una molestia
Pero, para sorpresa de su entorno, el joven Tiger reaccionó con una indiferencia casi pasmosa. “Mientras repasábamos el contrato, parecía más interesado en la televisión que en lo que tenía delante”, recordó Norton según informa Golfweek. “Cuando terminamos, le pregunté qué pensaba, y su respuesta fue: ‘No está mal, ¿eh?’”.
El histórico acuerdo incluía 8 millones anuales por cinco años; superando con creces lo que ganaban entonces leyendas como Greg Norman o Nick Faldo. Pero para Woods, aquello parecía simplemente parte del guion. “Fue casi como si no le impresionara en absoluto. Ni un gracias, ni una sonrisa. Nada”, añadió Norton.
El agente también reveló que Tiger veía muchos de los compromisos comerciales como una molestia; e incluso rechazaba actos promocionales pese a las obligaciones contractuales. “Si era incómodo o aburrido, no lo hacía. No le importaban los detalles, solo quería jugar”.
La relación entre ambos se fue enfriando, y en 1998, apenas dos años después del debut profesional de Woods y su primera victoria en el Masters, Tiger despidió abruptamente a Norton. Desde entonces no han vuelto a hablar. “Yo negocié contratos por más de 150 millones para él. Pero nunca obtuve una explicación. Así era Tiger. Todo muy calculado, muy frío”.
Este episodio retrata una parte menos conocida del fenómeno Woods: su imperturbabilidad y enfoque extremo desde los inicios, una actitud que lo convirtió en el dominador absoluto del golf, pero que también marcó una forma de relacionarse distante y profesional incluso con quienes más lo ayudaron a despegar.
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