Ryan McCormick con su boca tapada durante el pasado Club Car Championship
Durante la segunda ronda del Club Car Championship del Korn Ferry Tour, Ryan McCormick acaparó todas las miradas. Pero no fue por una vuelta espectacular ni por un golpe imposible. Fue por un pedazo de celo en los labios. Sí, el estadounidense salió a competir con la boca literalmente sellada.
No se trataba de una excentricidad ni de una apuesta perdida. Era una estrategia desesperada para controlar los improperios que —según él mismo ha reconocido— brotan de forma impulsiva cuando la ansiedad y la frustración se adueñan de su juego. “Lo hice para no decir cosas de las que luego me arrepiento. Me ayuda a no dejar que la emoción me controle”, explicó tras su ronda celebrada el pasado 4 de abril.
McCormick ha decidido plantar cara a uno de los rivales más duros del golf: su propia mente
Conocido en el circuito por su carácter volcánico, McCormick ha decidido plantar cara a uno de los rivales más duros del golf: su propia mente. En un deporte donde el margen de error es mínimo y la tensión constante, las emociones pueden ser tan decisivas como un drive fallado o un putt corto errado. Y mientras algunos jugadores optan por la meditación, otros por rutinas mentales más discretas, McCormick ha preferido el camino más directo —y visible—: el autocensurarse físicamente para no estallar.
Lo ocurrido en el Club Car Championship no fue solo una curiosidad. Fue también un recordatorio de que el golf profesional no es solo técnica, potencia o estrategia. Es también —y cada vez más— una cuestión de salud mental, de gestión del estrés y de control emocional.
El Korn Ferry Tour, la segunda categoría del PGA Tour, es una selva competitiva. Cada golpe puede marcar la diferencia entre subir al circuito mayor o seguir remando en el escalón intermedio. Las oportunidades son limitadas, la presión es constante y los errores, costosos. En ese contexto, no es raro que algunos jugadores terminen prisioneros de su propio diálogo interno.
McCormick, de 32 años y con varios años de experiencia en el circuito, no es ajeno a esa realidad. Su gesto, por insólito que parezca, pone el foco en una lucha silenciosa que muchos atletas llevan por dentro. Y lo hace sin dramatismos, con una cinta adhesiva como símbolo de resistencia.
?????? Korn Ferry Tour golfer Ryan McCormick taped his mouth shut so he’d stop getting mad at himself… ?
— NUCLR GOLF (@NUCLRGOLF) April 4, 2025
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