Mañana tengo la fortuna de jugar un torneo. La verdad es que este invierno he cogido muy poco los palos, quizá tres o cuatro veces, así que será complicado completar una tarjeta aceptable. La previsión es de lluvia y el madrugón va a ser interesante. Está todo a favor para que sean 18 hoyos muy divertidos…
Así que, sin una buena preparación técnica, un campo desconocido y con mucha agua… ¡¡puede ser un infierno!! O no.
Y sobre esto quería reflexionar en este artículo y compartirlo con vosotros. Las circunstancias son las que son pero, sin duda, nuestra actitud ante ellas es lo que nos define. Y es que siempre podemos elegir la manera de afrontar cualquier situación y con qué estado de ánimo gestionarla.
Siempre me gustó esa frase que dice que existen dos tipos de personas: las que, cuando llueve, se quejan y abandonan sus planes quedándose en casa y lamentándose de su mala suerte y las que no abandonan sus planes, ponen remedio con un paraguas o un chubasquero y disfrutan de andar bajo la lluvia. Simplemente es cuestión de elección.
Para mí hay un tercer tipo de personas (seguramente a ti se te ocurran muchas más), y es el tipo de personas que saben aceptar y adaptarse rápidamente a los reveses de la vida. Esto es básicamente lo que desde hace no mucho tiempo se llama Inteligencia Emocional. Hay veces que, de manera metafórica, el hoyo 7 de la vida, ese que parece tan fácil, se nos tuerce y se convierte en una raya inesperada. Ese reseteo desde que recoges la bola del hoyo y te dispones a golpear el próximo golpe sería la inteligencia emocional en la vida.
Te quiero hacer una pregunta de reflexión: ¿Cuánto tiempo te quedas enganchado en un mal golpe, en un mal hoyo, o en un mal día con el putt? ¿Qué sensación te genera ese bloqueo y qué pasa por tu cabeza en esos momentos?
Al igual que en la vida, cuando en el golf no nos salen las cosas como esperamos comienzan a bullir en nuestras cabezas pensamientos de abandonar, de enfado, de frustración, de buscar culpabilizar a algo o a alguien.
Sí, en nuestras vidas tendemos a abandonar, evadir el problema y tratamos de alejarnos del dolor o del sufrimiento. Nuestra mente nos intenta alejar de aquello que nos genera dolor. Y, como ya dijimos, nuestro cerebro no sabe diferenciar si estamos jugando al golf o es un problema con tu trabajo o en la familia.
Cuando nos salimos de la partida, el origen tiene que ver con nuestro swing interior. Cuanto antes corrijamos nuestro bloqueo mental, antes volverá a aparecer nuestro swing natural.
Y es que todo parte de encontrar un estado de aceptación de las cosas que son como son. Una bola que se nos va al agua o fuera de límites por la influencia del viento, la lluvia, el sol o cualquier circunstancia que no podemos manejar. Ante estas circunstancias no nos queda más que aceptar y adaptarnos lo más rápidamente de manera física, mental y estratégica.
Y el siguiente paso es poner foco en lo que sí puedo influir, en lo que sí estoy preparado para actuar y esta adaptación al medio de la manera más natural y eficiente. Pero, ¿cómo?
Solo podemos poner en acción aquello que tenemos integrado y por tanto entrenado. Si eres un hcp. 20 y pretendes dar un golpe por bajo con un hierro 3 para salvar un lago de 160 mts hasta la otra orilla contra un viento de 50 Km/h y sin haberlo entrenado nunca, por muy positivos que seamos y por mucha fortaleza mental que tengamos va a ser un riesgo muy elevado e incluso me aventuraría a decir que esa bola acabará en el agua. Y tú con cara de pasmado.
“No hay cosa peor que un tonto motivado”. Y yo me considero dentro de esta categoría en muchas ocasiones. Tratar de resolver un hoyo con uno de esos golpes que solo he visto en mi cabeza o en jugadores mucho mejor preparados que yo y que el 99 por ciento de las veces no acaban nada bien.
Los inventos con gaseosa, se suele decir. Yo añado que, si vas a inventar, has de estar seguro de conocer todas las variables y de estar preparado para aceptar el resultado final.
Nuestro querido Seve era el Rey inventando este tipo de situaciones porque toda su vida se preparó y entrenó bajo circunstancias adversas. Su capacidad de adaptación es hoy una referencia para cualquier amante del golf y forjó ese carácter competitivo y ganador tan admirado en el mundo.
Todo esto he reflexionado hoy con vosotros mientras escribía estas líneas y pensando que mañana mi gran objetivo es disfrutar bajo la lluvia con mis compañeros de partida, además de sentirme agradecido por jugar a este hermoso deporte. El golf siempre da una oportunidad en cada golpe, la oportunidad de aprender a vivir el presente como lo que es y lo que significa.
Así que hoy y siempre decido vivir la vida como el regalo que es, con circunstancias que aceptar, resolver y en las que adaptarse.
Os contaré como me fue en el siguiente artículo.
¡¡¡Que tengáis un gran día!!!
David Espinosa es Coach Deportivo y facilitador de procesos en equipos. Además de un apasionado del golf e investigador de todo el backstage que implica este gran juego en la parte mental y emocional.